¿Conoces la expresión 'Se te sube el muerto'? ¿Sientes que te oprimen el pecho, que alguien se sienta en tu cama o ves una sombra y no puedes moverte?

La sensación es desesperante ¿verdad?

Pues no te asustes, hay una explicación lógica y nada sobrenatural, todo está en tu mente.


La PARÁLISIS DEL SUEÑO es una incapacidad transitoria para realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre el estado de sueño y el de vigilia. Puede ocurrir en el momento de comenzar a dormir o en el de despertarse y suele acompañarse de una sensación de gran angustia. Su duración suele ser corta, generalmente entre uno y tres minutos, tras los cuales la parálisis cede espontáneamente. Durante el episodio, la persona está totalmente consciente, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad. Sin embargo, no existe ningún peligro para la vida, pues los músculos respiratorios siguen funcionando automáticamente.

Es un fenómeno muy común, se considera que le ocurre por lo menos una vez en la vida a un porcentaje muy alto de la población.


Se reconocen tres tipos.

Formas aisladasPuede aparecer de manera aislada en individuos sanos. En estos puede asociarse a niveles altos de estrés y ansiedad, o a un sueño demasiado fragmentado y un horario irregular de descanso.

Forma familiarLa parálisis del sueño de tipo familiar sin que existan otros síntomas acompañantes como ataques de sueño o cataplexia es poco frecuente, con sólo unas pocas familias descritas en la literatura. Se produce cuando uno o varios miembros de la familia sufren del mismo trastorno.

Forma asociada a otra patología.Puede estar asociada a otra patología, principalmente narcolepsia.


Son seis las experiencias típicas que suceden durante el transcurso de la parálisis:

Sensación de Presencia: sensación de una o varias presencias en la casa a las que se considera como «intrusos». Es una impresión neutra acompañada de aprehensión y temor. Se presupone la presencia sin necesidad de corroborarlo sensorialmente. En algún momento sienten que la presencia se mueve, entra en la habitación, puede acercarse a la cama, incluso sentir presión en el colchón. La mitad de las personas relatan que saben que son observados fijamente, pero no saben identificar desde dónde.

Presencia Amenazante: los encuestados interpretan que la naturaleza de la presencia y el ambiente que la rodea de peligrosa o malévola, y que intenta la posesión (a veces el rapto o abducción en el caso de creer que se trata de aliens). Se acompaña de un fuerte sentimiento de terror, peligro y urgencia; necesitan despertarse lo más pronto posible. Este estado de pavor no siempre se asocia a la posibilidad de sufrir daño físico, sino más bien al sentido misterioso particular de la maldad que desprende la entidad. Se siente la amenaza de fuerzas sobrenaturales y demoníacas que buscan robar el alma o poseer el cuerpo del durmiente.

Alucinaciones Visuales: más o menos vívidas, inconstantes, vagas e indefinidas, cercanas a la pseudo-alucinación; el estímulo externo percibido se reconoce como real. En el caso de la presencia, está queda fuera de la vista, o en la periferia del campo de visión, o camuflada entre las sombras del cuarto; en algunos casos se relatan imágenes detalladas de objetos y seres como fantasmas, figura oscura a los pies de la cama, esqueletos, calaveras, etc.

Alucinaciones Auditivas: al igual que en las visuales se tiene la convicción de que los sonidos son reales, y que provienen del exterior más que de su mente. Son sonidos elementales, mecánicos e intensos, como zumbidos, rumores, siseos, correteos, rugidos, campanadas, golpes, vibraciones, silbidos, chillidos, rechinadas y gimoteos. En otros casos son sonidos identificables concretos como timbres de teléfono, sirenas, herramientas, motor eléctrico, golpes de puerta, arrastrar de muebles, vidrios o vajilla rompiéndose, música extraña, sonido de radio con ruido blanco o que recibe varias estaciones, sonidos de viento, rugido de olas del mar, etc.; las voces humanas son el sonido más frecuente en un 37% de los casos, en forma de griterío o leves susurros, sin mensaje identificable ni claro.

Alucinaciones Táctiles: comunes y relacionadas con la presencia intrusiva; incluye la sensación de que el colchón se hunde, que alguien se sienta, que le retira las sábanas o que la agarra de las manos.

Dificultades Respiratorias: sensaciones de presión en el pecho, dificultad para respirar, estrechez alrededor del cuello como si fuera estrangulado, y sensaciones de sofocación y asfixia; estas percepciones pueden explicarse por la parálisis de los músculos voluntarios; el estado de sofocación produce gran angustia, pánico y temor de morir asfisxiado. Los ataques físicos en este sentido se asocian igualmente a la presencia maligna.


¿QUÉ SE HACE EN ESTOS CASOS?

Para poder moverse, se recomienda relajarse y no perder la calma, ya que se trata solo de un proceso temporal, en el que en realidad no corremos ningún peligro. Dado que la respiración se produce automáticamente, la persona sólo necesita percibir que está respirando con normalidad para entender se encuentra en una fase temporal de parálisis del sueño. RECUERDA QUE TODO ESTÁ EN TU MENTE.

Puede ser útil intentar mover zonas del cuerpo poco a poco, como las piernas o los brazos. Otra técnica consiste en intentar incorporarse de golpe. Tras vencer el episodio de parálisis, es conveniente levantarse de la cama y procurar estar despierto unos minutos, antes de volver a acostarse, para evitar que aparezca de nuevo el trastorno. En algunos casos el médico puede recomendar la utilización de antidepresivos tricíclicos, por su acción inhibidora del sueño.