Los niños pequeños tienden a tener medidas relativamente altas de autoestima , pero con el inicio de la adolescencia, la baja autoestima puede convertirse en un problema. Hay una serie de razones interrelacionadas por las cuales la baja autoestima comienza a aparecer durante la preadolescencia.
Comparaciones con otros
En algún lugar entre los seis y los 11 años de edad , los niños comienzan a compararse activamente con sus compañeros. Esta nueva comparación social se produce tanto por razones cognitivas como sociales.
El psicólogo Erik Erikson creía que la auto-comparación prepara el escenario para la mayor lucha que enfrentan los niños de esta edad. Él creía que su principal conflicto se centra en desarrollar un sentido de industria o un sentimiento de competencia, evitando al mismo tiempo un sentido de inferioridad.
Sentirse incompetente
Como señaló Erikson, algunos niños se dan cuenta de que sus esfuerzos no son tan buenos como los de sus compañeros y comienzan a sentirse inferiores. Sin embargo, notablemente, sentirse incompetente no conduce universalmente a una baja autoestima. Si el bajo rendimiento de un niño ocurre en un dominio que no valora, como el atletismo, es poco probable que su autoestima se vea afectada. Sin embargo, si es incompetente en un área que considera importante, como los académicos, corre el riesgo de desarrollar una baja autoestima.
Aumento de la presión de rendimiento
La presión de rendimiento también aumenta durante los años de interpolación. Durante la primera y media infancia, los padres y los maestros tienden a recomendar cualquier esfuerzo, grande o pequeño, pobre o excelente. Sin embargo, a medida que se acerca la adolescencia, los adultos esperan más de los niños; el esfuerzo aún importa, pero el rendimiento comienza a importar aún más. Como resultado, los preadolescentes no solo hacen sus propias comparaciones entre ellos y sus compañeros, sino que también son testigos de que los adultos hacen estas mismas comparaciones.
Desaprobación percibida de otros
A medida que aumentan las expectativas de rendimiento de los padres y los maestros, los preadolescentes comienzan a percibir la decepción de estos adultos. Si la autoestima del niño se ve afectada depende de qué adulto (s) está desaprobando sus esfuerzos. Si la desaprobación proviene de alguien que no le gusta al niño, digamos un maestro irrespetado, es poco probable que el niño tome el juicio en serio y la autoestima seguirá siendo alta. Sin embargo, si el niño cree que un padre querido o un entrenador de confianza está decepcionado con ellos, puede resultar en una baja autoestima. Está claro, entonces, que los padres pueden desempeñar un papel clave en ayudar a los niños a mantener una autoestima saludable.
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