Ciencia ficción o realidad. En cualquier caso una idea loca que planteal, sin embargo, dilemas legales. El proyecto de Neuralink, empresa especializada en la integración de tecnología de inteligencia artificial en el cerebro humano, promete que los usuarios podrán escuchar música directamente en el cerebro a través de un chip implantado en el tejido cerebral. Pero, a su vez, también servirá para otros objetivos como medir los niveles de hormonas.
En la visión futurista que ha asegurado su director general, Elon Musk, magnate conocido por poner en marcha los coches de Tesla o los cohetes comerciales de Space X. Un visionario excéntrico que no ceja en su empeño de llevar a este proyecto a un nuevo terreno. Neuralink pretende desarrollar sistemas cognitivos para permitir que los cerebros humanos puedan conectarse, fusionar e interactuar con los ordenadores.
La iniciativa va a intentar poner en marcha un «cordón neural» y que consiste, según los primeros esbozos técnicos, en implantar pequeños electrodos cerebrales capaces de cargar y descargar pensamientos sobre un sistema informático. La idea, se cree, es permitir a largo plazo que los seres humanos alcancen niveles más altos de sus fuciones cognitivas. ¿Cómo? Por medio de unos «hilos» que van «cosidos» al cerebro. Musk ha asegurado que Neuralink podrá escuchar música directamente en el cerebro a través de un chip o controlar el nivel de hormonas para usarlas en beneficio del usuario.
Musk selañó la pasada semana que Neuralink también tendrá un enfoque más comercial. Por lo pronto, la idea es desarrollar tecnología y realizar avances que corrijan daños cerebrales graves, por ejemplo debido a un trombo, pero también curar algún tipo de cáncer o a alguna lesión congénita.
Sin embargo, esta iniciativa prevé su llegada en al menos cuatro años. «Va a resolver muchas lesiones cerebrales o vertebrales y, en última instancia, es esencial para la simbiosis con IA», aseguró el empresario, que insta a experos a sumarse al proyecto. La idea es resolver algunos obstáculos como el sellado del chip implantado, la carga inductiva o el procesamiento de la señal.
El control de las ondas cerebrales es un desafío de la ciencia desde hace mucho tiempo. Existen ya algunos avances a través de diademas neuronales con los que se puede intervenir en una interfaz cerebro-computadora que se basan en una interpretación de las ondas cerebrales por parte de una máquina, anticipando un sistema para interactuar con el exterior a través del pensamiento.
La idea de esta empresa consiste en la implantación de un diminuto microchip en el cerebro de un tamaño de 4 x 4 milímetros que estará conectado a miles de hilos microscópicos -más delgados que el cabello humano- compuesto por miles de electros y que estarán insertados directamente al cerebro a través de cuatro agujeros perforados en el cráneo. Los electrodos deberán monitorizar unos llamados «picos neurales», es decir, los impulsos eléctricos que indican la actividad cerebral.
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