Encontrar redes de apoyo es fundamental tanto en la prevención como en la gestión de estos ataques


Un 98,9% de las mujeres con presencia pública en Internet ha sufrido al menos un tipo de violencia online. Así lo revelan los datos recabados por el colectivo Donestech, que investiga e interviene en el campo de las mujeres y las nuevas tecnologías con el grupo de investigación Antígona, de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la encuesta sobre violencias machistas online que presentaron el pasado mes de junio. Eva Cruells y Spideralex —prefiere usar su sobrenombre—, cofundadoras de Donestech junto a Nuria Verges, echan en falta más diversidad entre las 272 encuestadas, pero sus datos, si bien limitados, constituyen una de las escasas fuentes de información existentes sobre un problema creciente. “No hay producción de datos por parte de las instituciones legales. A lo que existe en España respecto a la violencia de género no se está incorporando esta parte, cuando hoy en día la identidad digital y la legal están completamente interrelacionadas. Lo que pasa en Internet tiene impacto en tu vida fuera de la pantalla”, señala Spideralex.


El ataque más frecuente, referido por un 54,6% de las encuestadas, se concreta en expresiones o insultos discriminatorios o denigrantes por el hecho de ser mujer ―puta, zorra, bollera―; pero también abundan accesos no consentidos a cuentas y dispositivos, violencias de carácter sexual, amenazas, contacto y fustigamiento a la víctima o su entorno, seguimiento y vigilancia de sus movimientos y el uso de información falsa para confundir y dañar, también conocido como gaslighting.

Tipos de violencias

Made with Flourish

Según explica Cruells estas agresiones pueden clasificarse en tres grandes marcos: los ataques recibidos solo por el hecho de ser mujer, aquellos que proceden de parejas o exparejas y las violencias sexuales. “Las violencias digitales son también interseccionales y en este sentido, es importante hablar de una raíz de violencias de género y violencias machistas digitales que afecta a todas aquellas mujeres y personas con diversidades sexuales y de género”, añade. Pero tan variadas como los tipos de agresión son las posibles respuestas a las que las usuarias de Internet pueden recurrir para prevenir o gestionar eventuales ataques. “Muchas personas están normalizando estas violencias. Se puede tener una identidad digital y una experiencia de Internet que sea un espacio seguro”, señala Spideralex. En este sentido, prescriben un necesario trabajo de creación de conciencia para que se entienda que este fenómeno es algo que no debería ocurrir y que su impacto afecta a las víctimas en el plano psicológico, económico e incluso de acceso a oportunidades laborales. “Tenemos que trabajar como feministas y como compañeras para que no se nos silencie. No podemos perder el derecho a nuestra voz, a nuestra presencia en el espacio de las redes. Creo que las redes comerciales no son un espacio público, pero también requieren de nuestra presencia”, abunda Spideralex.

En Donestech tienen una amplia experiencia en la investigación del machismo online y la difusión de estrategias para contrarrestarlo. Su Kit contra la las violencias machistas online es una nutrida (y compacta) caja de herramientas e instrucciones para conquistar y defender ese espacio seguro que debería ser la red. Para el caso más concreto de la publicación no consentida de imágenes y vídeos sexuales, el colectivo ha adaptado al contexto jurídico español y europeo la web acoso.online, que desarrolla las cinco claves para resistir ante estos ataques: reportar el caso a las plataformas, conocer las leyes que puede ayudar, denunciar a la justicia, tomar el control de la tecnología y abrir diálogos con la comunidad.

Quehaceres tecnológicos

Tanto si se están sufriendo estos ataques como si el objetivo es prevenirlos, es recomendable mantener un mínimo de limpieza y orden en los dispositivos que se usan para acceder a Internet. Esto incluye medidas básicas como mantener el software actualizado, utilizar contraseñas seguras, conexiones cifradas (https), firewalls y antivirus, y protecciones adicionales como el cifrado de los discos duros. En la misma línea, conviene conocer nuestras “sombras” digitales. “¿Qué datos produces o gestionas? ¿Con quién? ¿Dónde se almacenan esos datos?”, plantea la Guía para conocer y contrarrestar las violencias de género online, desarrollada con la colaboración de Donestech. En este repaso es clave evaluar cómo de sensibles son esos datos, cuál sería el coste de perderlos o de que otros accedieran a ellos, y valorar destruir materiales sensibles en forma de vídeos o fotografías.

Si llega el momento de tomar medidas, conocer los términos de uso y políticas de privacidad que rigen nuestra presencia en las distintas plataformas digitales puede ayudarnos a aprovechar las opciones de privacidad habilitadas en ellas y agilizar el proceso de reporte, bloqueo y denuncia de contenidos y perfiles que han ido incorporando las grandes plataformas comerciales y redes sociales con el paso de los años. “Todos estos avances han venido como a la fuerza. Las plataformas comerciales no están comprometidas ni con los derechos humanos ni con el derecho de las mujeres. Cada vez que se ha conseguido algo en las plataformas ha sido porque ha habido escándalos o ha habido como una mala reputación pública que les ha obligado a hacer algo”, denuncia Spideralex.

Para decidir qué tipo de presencia se desea tener en la red, es necesario conocer las implicaciones de cada estrategia. Usar el nombre real puede tener sentido para perfiles más públicos, pero puede limitar el alcance de otras medidas de mitigación de riesgos, una identidad anónima resta posibilidades de ganar confianza y recibir apoyo. Un seudónimo podría ser una vía intermedia que genera más confianza y reputación, pero igual que el anonimato, exige un esfuerzo extra para mantener en secreto la identidad real.

Documentar

En caso de sufrir alguna de estas agresiones, las expertas subrayan el valor de documentarlas, investigarlas y visibilizarlas. “Si tú eres blanco de unos ataques o de una campaña coordinada que viene de muchos perfiles anónimos, la única manera de poder entender quién es el adversario que te está atacando es hacer esa documentación, porque ahí empiezan a salir patrones”, explica Spideralex. Además, almacenar este material es de gran ayuda en el momento de hacer denuncias ante las plataformas o la justicia. Otras posibles acciones son bloquear o silenciar a los agresores, denunciar sus ataques, presionar a las plataformas e instituciones para lograr cambios y sumarse a comunidades afines desde las que actuar con el apoyo de toda esa red.

Tanto en la prevención como en el momento de tomar medidas frente a un ataque, las expertas coinciden en el inmenso valor de contar con el apoyo de otras personas. “Es importante contar con personas cercanas y de confianza que no te van a hacer sentir culpable, que te van a acompañar de verdad y que tienen nociones de primeros auxilios psicológicos”, subraya Spideralex. No en vano, esta estrategia, que Cruells resume en “generar espacios de cuidado que permitan sobrellevar [lo que está ocurriendo]”, es la más efectiva de acuerdo con la encuesta sobre violencias machistas online.“Es importante entender que cualquier estrategia puede estar bien. Lo importante es que sea la más adecuada para ti en ese momento y que puedas estar acompañada. Si alguien prefiere replegarse, esto también puede ser una estrategia de cuidado y resistencia importante”, subraya Cruells. Esta respuesta adaptada a las condiciones personales también puede necesitar de un ajuste en función de los niveles de privilegio, el contexto social y económico, las redes de apoyo disponibles y, especialmente, el país en que se encuentre la víctima. Esto último determina el contexto legal desde el que se puede afrontar un ataque e incluso las opciones de defensa disponibles en las plataformas.

¿Estamos peor que antes? De acuerdo con Spideralex, es posible que sí: “El fenómeno del ataque a las mujeres o la guerra a la ideología de género se empezó a articular hace tiempo con movimientos de extrema derecha y antiderechos, en contextos como Estados Unidos y también en varios países autoritarios”, razona. En su opinión estos vientos podrían haber llegado más tarde a España, donde han avivado fuegos ya existentes. “Lo que estamos viendo son las mismas estrategias para atacar y censurar con la idea de silenciarnos y empujarnos fuera del espacio público. Movimientos en alza en España han ido aprendiendo mucho de la extrema derecha americana y otros países autoritarios sobre estos mecanismos de ataque y guerra sucia que se hacen en Internet”.