La ira es una emoción que muchas personas reprimen porque no quieren expresarla, o tal vez no saben cómo expresarla de manera saludable.
Todos sentimos ira en diferentes momentos, en diversos grados. La ira es una emoción que forma parte de la experiencia humana. Los sentimientos de ira pueden surgir en muchos contextos diferentes y, a menudo, por razones subyacentes que aún no hemos entendido. Tal vez estemos enterrando emociones y experiencias pasadas, y un pequeño disparador resultará en un arrebato de ira.
Experimentar un trato injusto, escuchar críticas o simplemente no obtener lo que desea son solo algunos de los posibles desencadenantes. La experiencia de la ira puede variar desde una leve irritación a la frustración, hasta una rabia hirviente. El aburrimiento a menudo puede verse como una versión leve de la ira en forma de insatisfacción con lo que está sucediendo.
El artículo cubre cómo la ira afecta el cerebro, los signos de ira y cómo la ira afecta el comportamiento.
La ira y el cerebro
La corteza es la parte funcional de nuestro cerebro donde residen la lógica y el juicio. La corteza se puede describir como el centro de control y estrategia del cerebro. El centro límbico es el centro emocional de nuestro cerebro y se lo conoce como la parte más primitiva de nuestro cerebro. Dentro del sistema límbico hay una pequeña estructura llamada amígdala, un almacén de recuerdos emocionales, que también es el área del cerebro responsable de nuestras reacciones de "lucha o huida", también conocidas como nuestros instintos naturales de supervivencia . Cuando sentimos y expresamos enojo, estamos usando el centro límbico de nuestro cerebro.
Cuando alguien está experimentando y expresando enojo, no está usando la parte pensante (corteza) del cerebro, sino principalmente, el centro límbico del cerebro.
Cuando nos enojamos, se desencadena nuestra respuesta de "lucha o huida", liberando una avalancha de hormonas que provocan alarma física y emocional. Esta ira luego se convierte en gritos, impaciencia, frustración y palabras hirientes.
Por qué alguien puede sentirse enojado
La ira es una emoción que puede desencadenarse por muchas causas diferentes. Algunas de estas causas son conflictos profundamente subyacentes sin resolver que no se han abordado, mientras que otras razones incluyen las siguientes:
- Ser irrespetado o tratado injustamente
- Sentirse amenazado o violado
- Ser lastimado físicamente
- Sentirse desesperanzado
- Sentirse impotente
- Altos niveles de estrés o ansiedad
Identifique los problemas de su pasado que podrían contribuir a su enojo. ¿Fue abusado o castigado duramente en su pasado? ¿Tiene dificultad para controlar su temperamento y sus emociones? ¿Te falta un sentido de paz interior? Identifique los escenarios actuales que lo enojan, como la insatisfacción en su trabajo, su cónyuge, usted mismo o su hijo.
- Señales de ira
- Gritando y chillando
- Insultos, insultos y amenazas
- Una expresión física como golpear a personas, animales u objetos.
- Volviéndose retraído y distante
- Infligirse autolesiones
Causas
Suponga que está lidiando con una situación estresante o está experimentando intimidación o circunstancias negativas de la vida. En ese caso, es normal experimentar ira y frustración, especialmente cuando se trata de sentimientos crónicos de estrés, aislamiento y ansiedad.
Cuando era niño o adulto joven, es posible que haya sido educado en torno a formas poco saludables y no productivas de experimentar la ira. Tal vez sus padres, cuidadores o familiares ancianos no expresaron sus emociones de una manera saludable, lo que se desbordó y se trasladó a la edad adulta.
Reconocer que no aprendió formas saludables de manejar su enojo en la niñez es el primer paso para comprender por qué su enojo se convierte en emociones y circunstancias no saludables en la edad adulta.
Si ha experimentado eventos traumáticos en el pasado, puede ser normal sentir ira residual, ya que los eventos traumáticos pueden tener un efecto duradero en su psique.
Un terapeuta con licencia o un consejero de salud mental puede ayudarlo a superar su trauma pasado, situaciones estresantes presentes y conflictos infantiles subyacentes con la esperanza de ofrecerle orientación y curación.
Ira y actuación
La ira es una emoción sobre la que no siempre es necesario actuar. Por ejemplo, podemos enojarnos pero no expresar nuestro enojo externamente. Actuar nuestra agresión a menudo va de la mano de la ira; sin embargo, no todos los que están enojados serán agresivos, y no todos los comportamientos agresivos son alimentados por la ira.
¿Puede la ira ser una emoción positiva?
Nuestra sociedad ve la ira como una emoción negativa. Por lo tanto, a menudo no queremos abordarlo o nos sentimos culpables al abordarlo, pero ¿puede la ira convertirse en una salida saludable cuando se aborda adecuadamente?
La ira se vuelve dañina cuando no la considera como una señal para corregir el problema subyacente. Dejas que la ira se agrave hasta que no te agradan tus sentimientos, ni a ti mismo ni a la persona que te hizo sentir así.
Burbuja a la superficie en forma de agresión. El enojo no abordado puede enconarse y crear problemas más importantes como depresión, ansiedad, agresión y relaciones rotas. Las emociones, incluso la ira, tienen un propósito.
Ira saludable
La ira saludable te obliga a solucionar el problema inicialmente porque no vas a dejar que tu comportamiento quede sin corregir. En segundo lugar, debido a que no desea que su enojo se convierta en agresión, esto es útil.
Reconocer su enojo y abordar los desencadenantes subyacentes son los primeros pasos para superar su enojo y resolver los sentimientos y pensamientos negativos asociados con el enojo.
La ira puede ser potencialmente una emoción positiva cuando la usamos para resolver problemas y reconocer conflictos. Es importante aceptar nuestra ira como una emoción normal y, en lugar de actuar sobre ella de manera negativa, aprendemos a expresarla de manera saludable, para no tener que cargar con ella como un peso pesado.
Expresar nuestra ira de manera saludable significa que nos tomamos el tiempo para respirar, trabajar con nuestras emociones y desarrollar soluciones saludables.
Esto puede significar escribir nuestros pensamientos, establecer límites y límites antes de enojarnos, reconocer cualquier conflicto no resuelto o ideas subyacentes, formar un plan, hablar con amigos y familiares sobre nuestras emociones e ir a terapia.
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